Es cierto que aportan un elevado aporte calórico (aproximadamente 700 calorías cada 100 g), pero si se consumen de manera moderada son alimentos que pueden ayudar a la prevención de enfermedades siempre y cuando se lleve a cabo una alimentación saludable y equilibrada.
Los beneficios:
– Brinda mayor saciedad. Hace que la glucosa y los ácidos grasos sean absorbidos más lentamente a través del intestino.
– En el intestino grueso ayuda en la protección evitando el desarrollo de tumores y contribuyen a la regulación del tránsito intestinal, evitando la constipación.
– Aporta un elevado contenido de grasas cardiosaludables (con excepción de las saladas), predomina el ácido oleico, que es característico de la dieta del Mediterráneo.
– Reduce los niveles de colesterol malo (LDL) y aumenta el bueno (HDL), Previene la arteriosclerosis.
– Reduce en un 50% el riesgo de sufrir infarto de miocardio (consumiendo la cantidad recomendada).
– Aporta proteínas de alto valor biológico (nueces: 15.6 g%, almendras: 16 g%, maníes: 20 g%).
– Antioxidantes contra el envejecimiento. Actúan frente a la acción de los radicales libres disminuyendo, así, los efectos tóxicos de estos últimos.
– Vitaminas. Fundamentalmente grupo B (ácido fólico) y vitamina E, que es un poderoso antioxidante.
– Minerales (Hierro, Calcio, Magnesio, Potasio, Fósforo). El contenido mineral de los frutos secos es superior al del resto de frutas frescas, indispensables para un correcto desarrollo corporal y de la capacidad intelectual. Intervienen en el desarrollo y el mantenimiento del esqueleto.
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